http://sur.infonews.com/notas/los-medios-disputan-el-poder-en-latinoamerica Brasil, Chile, Ecuador, México y Venezuela son ejemplos de cómo las corporaciones económicas buscan suplir la voluntad popular con la planilla del rating. Con los grandes grupos de comunicación construidos en dictaduras y fortalecidos bajo el influjo neoliberal de los ’90, Latinoamérica vive un clima de confrontación con estos poderes fácticos. Brasil, Chile, Ecuador, México y Venezuela son ejemplos de cómo las corporaciones económicas buscan suplir la voluntad popular con la planilla del rating.Allende los Andes. El derrocamiento de Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973, fue precedido por una intensa campaña de difamación que preparó la escena para la asonada militar del Gral. Augusto Pinochet. El diario El Mercurio, propiedad del empresario Agustín Edwards, entonces vicepresidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), probó cuán eficiente puede ser la prensa a la hora de conspirar contra un gobierno que amenace sus intereses y los de sus socios. El premio a tal nefasto servicio se mide hoy en los “22 periódicos que pertenecen a Edwards, con el apoyo del grupo Matte, que proporciona el papel, pero además posee 14 estaciones de radio en las principales ciudades del país y una agencia de noticias”, señala el periodista transandino Ernesto Carmona. El otro importante diario de circulación nacional pertenece al banquero Álvaro Saieh, del Consorcio Periodístico de Chile S.A. (Copesa), quien además de poseer cadenas de supermercados, hoteles y bancos, es también propietario de los medios “La Tercera, La Cuarta, Qué Pasa, Paula, Pulso, La Hora, El Diario de Concepción, el Grupo Dial, las radioemisoras Duna 89.7, Paula FM 106.9, Carolina 98.3, Beethoven 96.5, Zero 97.7 y Radio Disney 104”, detalla Carmona y agrega otras cifras demostrativas de los cruces entre rubros bien disímiles con la función de informar: el 67% del Canal 13, de la Universidad Católica, pertenece al grupo Luksic, el más poderoso del país merced a su rama en la minería del cobre explotada con ventajas tributarias únicas de Chile. El grupo Bethia (Falabella) concretó en 2012 la adquisición de Megavisión Canal 9”. Por si fuera poco el control que sobre la información ejercen las ricas minorías chilenas, el desembarco extranjero encontró en el propio presidente Sebastián Piñera un facilitador de lujo. “Piñera”, cuenta Ernesto Carmona, “vendió su estación Chilevisión a Turner Broadcasting System, una compañía más del mega grupo AOL-Times Warner-CNN de Estados Unidos”. La cobertura periodística de las multitudinarias protestas estudiantiles que ocuparon las calles de Santiago y las principales regiones chilenas desde principios del 2011, desnudaron el papel connivente de los órganos de prensa con la derecha gobernante. Fueron los mismos estudiantes quienes encararon a movileros y cronistas para reclamarles por priorizar la difusión de imágenes con disturbios al informar sobre las marchas.Las 8 familias de Ecuador. Rafael Correa impulsa una Ley Orgánica de Comunicación, que está establecida por la Constitución de 2008 pero aún no se ha podido poner en vigencia. Cuando el mandatario ecuatoriano intentó ponerle límites a los bancos se encontró con una furiosa oposición lanzada desde la prensa, controlada por las mismas entidades financieras que a su vez son parte de una telaraña empresaria que atraviesa las principales actividades económicas del país. En un trabajo de la Comisión para la Auditoría de Frecuencias de Radio y Televisión del 2008-2009, quedó en evidencia que el control sobre los medios de comunicación en Ecuador estaba en manos de 8 familias: Vivanco, Eljuri, Pérez, Alvarado Roca, Mantilla, Egas, Martínez y Mantilla-Anderson. Entre ellas, los nexos filiales se confunden con los comerciales y así, como en una matrioska rusa, detrás de radios, canales de televisión de aire y cable, proveedores de servicios de internet, más los principales periódicos, aparecen compañías de turismo, agrícolas, firmas bancarias, industrias alimenticias, estudios jurídicos y shoppings. Vínculos que según sus dueños no afectan al periodismo pero los hechos demuestran lo contrario. La prueba está en cómo se informaron los hechos que convirtieron el intento de derrocamiento de Correa y su magnicidio, en el 2010, en una simple sublevación policial por reclamos gremiales. En el contexto de la campaña electoral por su reelección, el mandatario ha renovado la disputa por el cumplimiento de la norma que regule la propiedad de los medios de comunicación y esta vez cuenta con el respaldo de la consulta popular que la aprobó el 7 de mayo del 2011.O ’Globo o mais grande. LA RED GLOBO ES HOY EL MAYOR GRUPO DE COMUNICACIÓN DE SURAMÉRICA (posee 340 canales de comunicación en todo Brasil) y está entre los cinco más importantes del mundo; su origen y crecimiento se remonta a los tiempos de la dictadura militar. Globo mostró su capacidad de manipulación en plena democracia al moldear, sostener e implantar al neoliberal Collor de Melo como Jefe de Estado y luego participó abiertamente en su destitución. Con Folha de Sao Paulo, Jornal do Brasil y Estado de Sao Paulo, las revistas Veja, Isto É y Época se reparten el mercado comunicacional y casi sin fisuras coinciden editorialmente a la hora de atacar tanto a Lula como a su sucesora Dilma Rousseff. Ejemplo claro de esa estrategia ha sido la amplificación, durante los comicios estaduales de octubre pasado, del bautizado por ellos “El juicio del siglo”, en el que se condenó a funcionarios de Da Silva por la causa del mensalão o compra de votos en el parlamento. El intento por ligar al Partido de los Trabajadores (PT) con la corrupción y así minar las posibilidades de triunfo de sus candidatos, fracasó al alzarse el PT con gobernaciones y municipios clave como San Pablo.Televisa en problemas. La mayor productora televisiva de habla hispana del mundo pasa por uno de los momentos más difíciles de su historia. Aquel que se remonta a los tiempos en que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) gobernaba MÉXICO de manera absoluta e imbatible. Emilio Azcárraga Milmo, su fundador, se jactaba públicamente de ser un “soldado del PRI”. Pero la identificación partidaria no le impidió avanzar en la monopolización de la comunicación. Según Jenaro Villamil, autor de Si yo fuera presidente. El reality show de Peña Nieto, “en el sexenio de (Felipe) Calderón, Televisa termina como la cadena que tiene el 70% de la publicidad en televisión; más del 52% de la publicidad general de todos los medios; el 65% de las concesiones de tv abierta; el 55% de los abonados en TV de cable, y el 80% en TV de satélite”. Junto a TV Azteca controlan el espectro audiovisual e incluso comparten negocios de telefonía. Además de ser dueño del principal estadio y de dos equipos de fútbol (América y Necaxa), Televisa posee casinos y participa en la producción de medicamentos. Sin embargo, a pesar de que logró poner a otro presidente del PRI, Enrique Peña Nieto, la irrupción del movimiento juvenil #Yosoy 132 que surgió de las universidades privadas mexicanas, puso en jaque su posición dominante al ser cuestionada la injerencia que tuvo en la candidatura de Nieto y las maniobras para instalarlo en la opinión pública. Chávez no se va. El caso venezolano siempre fue paradigmático, por la virulencia opositora de los grandes medios y la decisión de ir a fondo sobre los monopolios informativos de parte del gobierno bolivariano. Modesto Emilio Guerrero, periodista venezolano y autor del libro Medios y Poder en Venezuela, asegura a Miradas al Sur que tras el golpe de Estado en abril del 2002 el mapa de medios se modificó en la nación caribeña. “Sobre todo desde 2006, por tres razones”, precisa, “la primera, salió del aire RCTV porque no le renovaron la Licencia. Segunda, surgieron más 500 medios comunitarios, algunos con raíz social y fuerza política local, y tercera, comenzó a conformarse un real sistema de medios públicos estatales de por lo menos 15 medios, con 5 televisoras estatales, 3 diarios y 7 redes de emisoras radiales. Lo nuevo, lo más dinámico son los comunitarios y algunos medios públicos. Ejemplos de ello, son Aporrea, que actualmente registra más de un millón 180 mil lecturas cada 30 días, y el diario Ciudad Ccs, que en menos de dos años pasó de 40.000 ejemplares a 140.000; hoy es el más leído de Caracas”. Tal vez convencido de la imbatibilidad de Hugo Chávez, el Grupo Cisneros, que con Venevisión a la cabeza pasó de ser la principal trinchera antichavista a la mesura en la confrontación. Como si hubiera una tregua pactada con Miraflores. “Efectivamente”, afirma Guerrero, “Cisneros negoció en persona con Chávez un pacto de no agresión en 2004. Ejerce su derecho a hacer antichavismo, pero moderó sus formas groseras, ya no publican graph o declaraciones de señoras llamando a asesinar al Presidente, o pidiéndole a Dios que se lo lleve. Esa tarea la continuó Globovisión (del grupo Zuloaga), pero también ha debido cuidarse por las docenas de demandas y juicios reiterados de Comités de usuarios de TV y del Estado. El acuerdo con Cisneros fue favorable al gobierno. Cisneros corría el riesgo de perder jugosos negocios comerciales desde Estados Unidos.”. Calificación: De la información a la lucha por el control total Año 5. Edición número 236. Domingo 25 de noviembre de 2012 Por Miguel Russo mrusso@miradasalsur.com Pascual Serrano e Ignacio Ramonet. OTRAS NOTAS 200 años de periodismo. El periodismo, de mal en mejor La primera década del siglo XXI encontró a la actividad periodística en una profunda crisis. No pocos periodistas deben desarrollar su tarea en un ambiente de suma precariedad, con salarios y condiciones de trabajo que no son los adecuados para desarrollar productos de calidad. Lo vemos a diario: incluso figuras reconocidas del ambiente periodístico, con responsabilidades importantes en medios de comunicación, multiplican su tarea en múltiples formatos, medios y programas. ¿En todos esos ámbitos apuntan a desarrollar trabajos de excelencia? Latifundios mediáticos Cómo se explica la actitud de manipulación y mentira de los monopolios mediáticos en América latina?, se pregunta el especialista español en ciencias de la comunicación Ignacio Ramonet, al referirse sobre el fenómeno de lo que muchos analistas han calificado como “la canalla mediática”. Esa eterna discusión Escribió, entre otras proezas, Gringo viejo, La muerte de Artemio Cruz, La Silla del Águila. Hizo un óptimo discurso de apertura al III Congreso de la Lengua en Rosario y una excelente clase en la reciente Feria del Libro de Buenos Aires. Uno puede quedarse con eso y sería suficiente mérito. No sólo para la literatura. Si no hubiera escrito esos librazos, si no se hubiera mandado esos discursos, habría que trazar el perfil de Carlos Fuentes en base a sus amigos y enemigos de la última década. “Hablar de periodismo militante o independiente es una falacia” Hablamos del periodismo independiente versus periodismo militante. Pero, ¿independiente de qué?, ¿de qué poder? El término independiente está relacionado a la estructura de las últimas décadas, como la del ’90, donde el poder político estaba bastante claro que era el poder contra el que el periodista confrontaba, un poder político neoliberal. Para un periodista era fácil oponerse. Cuando comienza este nuevo período político no sólo de la Argentina sino de Latinoamérica, todos, no sólo los periodistas, nos politizamos mucho más. Entrevista. Francis Pisani. Periodista, escritor, bloguero Francis Pisani es uno de los analistas de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) más reconocidos mundialmente. Guiado por la curiosidad y el espíritu aventurero, este periodista francés de 70 años se embarcó en un proyecto ambicioso y fascinante: dar la vuelta al mundo para descubrir cuáles son las localidades que están gestando las innovaciones del futuro. El pulso de la semana:Periodismo independiente o periodismo comprometido Fue una semana en la que el casi inexistente debate político-electoral quedó desplazado por otro cuyo profundo contenido político, ideológico y ético circuló, en la mayoría de los casos, por debajo de la discusión sobre el sentido y los alcances de una práctica social: la del periodista. El que escribe –cada mes, cada semana, cada día–, el que produce el material que va a conformar el pensamiento del público es, en esencia, aquel que determina, más que nadie, el carácter de la gente y el tipo de gobierno que esa gente tendrá”, decía Theodore Roosevelt allá en un lejanísimo abril de 1904. La frase la popularizó Joseph Pulitzer, quien por esos años ya había donado los dos millones de dólares con los cuales la Universidad de Columbia creó la facultad de periodismo. El mismo Pulitzer que cinco años después fue querellado por Roosevelt por haber denunciado la coima de 40 millones de dólares que el gobierno de los Estados Unidos pagó a la compañía francesa del canal de Panamá. El mismo Pulitzer que fue absuelto de inmediato cuando los jueces rechazaron la acusación. El mismo Pulitzer que vivió el fallo como una victoria para la libertad de prensa. Personaje controvertido, Pulitzer, muy controvertido. Quiso “hablarle a una nación” y terminó, más de una vez (más, muchas más), operando para determinados círculos de intereses políticos o haciendo gala de los procedimientos más indeseables para triunfar deslealmente en la competencia con otros medios. Eso sí, se informaba. Estudiaba, escuchaba y cruzaba información. No confiaba en el “periodista se nace”. Más que no confiaba, no creía de ninguna manera en esa posibilidad. Quizá por eso, también por aquellos años, dijo: “El único puesto en nuestra república que se me ocurre que pueda ser cubierto por un hombre por el mero hecho de haber nacido es el de imbécil”. Y para no dejar dudas de que pensaba –por más que no lo pensara demasiado en serio– en periodistas mejores que él, también dijo: “Cada número de un periódico representa una batalla: una batalla por la excelencia. Cuando el director lo lee y lo compara con sus rivales sabe si se ha anotado una victoria o sufrido una derrota. ¿No sería de tanta utilidad para el estudiante de periodismo leer sobre esas batallas de la prensa como lo es para el estudiante de la guerra hacerlo sobre las batallas militares?”. Batallas. Más de cien años después, la pregunta sigue teniendo actualidad. Claro que cambiaron algunos componentes de esa ecuación llamada periodismo. La información. No cabe ninguna duda de que el desarrollo periodístico del hecho, aquello que hasta hace unas décadas era fiel reflejo de las concepciones de la era industrial, se modificó. Antes, como bien dice Ignacio Ramonet en La explosión del periodismo, señalando la producción fordista en los medios de comunicación, una pluralidad de obreros especializados contribuía a la fabricación de un producto que, al final, era entregado “completo, acabado, cerrado, y que se correspondía punto por punto con el proyecto inicial”. Hoy, esa lógica copia sin miramientos la del online: es decir, arrojar al lector-espectador-oyente una noticia en bruto (demasiadas veces sin importar si es cierta o no) para que siente un precedente y pueda ser deglutida marcando agenda antes de que se la corrija o se la desmienta. Online podría definirse como ese espacio donde se escribe sin editor. Retoma Ramonet lo que dicen Francis Pisani y Dominique Piotet en La alquimia de las multitudes: “Antes, el artículo de un periodista sólo salía en portada si el jefe lo decidía. Hoy, ese mismo artículo puede saltar a primera plana por ser el ‘más leído’”. Poco importa, no es en vano insistir, si esa información es verdadera o falsa. Decía Ryszard Kapuscinki hace más de diez años, reflotado por Pascual Serrano en su reciente Contra la neutralidad: “Se sustituye el problema del contenido por la cuestión de la forma; colocan la técnica en lugar de la filosofía. Sólo se habla de cómo redactar, cómo almacenar o cómo transmitir algo. Pero ni una sola palabra de qué redactar, qué almacenar y qué transmitir. El punto débil de esas manifestaciones radica en que a través de ellas, en lugar de discusiones sobre el contenido, el espíritu y el sentido de las cosas, no nos enteramos más que de los nuevos y deslumbrantes avances técnicos conseguidos en el terreno de la comunicación”. O como bien señala el periodista británico Robert Fisk: “Uno de los problemas principales del periodismo, particularmente de la información, es el hecho de que empezamos a ver a todos los personajes como si viéramos una obra de teatro o una película, en la que suceda lo que suceda, el show debe continuar”.El periodista. “Los periodistas gozaban del privilegio, pero también de la responsabilidad, de formar parte de aquellos que tienen voz. Lo que les fascinaba era ser el centro de las miradas.” La afirmación recogida por Ramonet, de Philippe Cohen y Élisabeth Levy, habla de un pasado que no parece haber terminado. Por el contrario, los medios hegemónicos latinoamericanos cuentan con periodistas (gráficos, radiales, televisivos) que hacen gala de “su firma solvente”, “su voz profunda” o “su imagen seria” –todos los entrecomillados corren por cuenta de quien así los presenta para que así, y no de otra manera, sean reconocidos– para dar como hechos ocurridos las mayores suposiciones u operaciones que esconden esos mismos medios en los que trabajan. No se trata, claro, de la plantilla completa de empleados, sino de sus “estrellas”, aquellos que están plenamente comprometidos con la línea política o ideológica del medio. Los que se llaman a sí mismos “periodistas independientes” tratando de implantar en la sociedad la certeza de que todos los demás (incluidos sus compañeros) están pagados por el enemigo, sea quien fuere ese enemigo.El medio. ¿Por qué se leen los diarios a la mañana durante el desayuno? ¿Por qué los programas radiales de las 7 de la mañana son los más buscados? La necesidad de ordenar el mundo antes de salir a él parece tener su raíz en las convicciones religiosas del rezo matutino. Las manos separadas para abrir el diario suplantaron a las manos juntas. De pedir certezas divinas (paz, pan, trabajo) se pasó a consumir certezas mediáticas, de ser posible las referidas a “la inseguridad”, “la corrupción”, “la mentira gubernamental” o “la mordaza a la prensa libre”. Es decir, marcar la salida a un mundo tan previsible como de mierda, en la definición que se empeñan en hacer creer –muchas, demasiadas veces con resultado positivo– a sus lectores-oyentes-espectadores. Los empresarios. Quizás el empresario de medios paradigmático en América latina sea Gustavo Cisneros, el hombre que en 2004 estaba sólo por debajo del mexicano Carlos Slim en la tabla de personas más ricas de la región. La familia Cisneros fue dueña de la embotelladora de Pepsi Cola en Venezuela y estuvo a punto de fundir la sucursal de Coca-Cola de ese país. Pero años después vendió la “pepsiplanta” y compró acciones de la Coca, con lo que la situación se dio vuelta por completo y la Pepsi estuvo a punto de escapar por la puerta de atrás de Caracas. Dueño de DirecTV y de varias señales de televisión, promovió el golpe de Estado contra Hugo Chávez en 2002. Dos años después de aquella intentona antidemocrática, Cisneros anduvo por la Argentina abrochando negocios. Venía de la reunión de Davos y estaba exultante: “Nos reunimos grandes jefes corporativos y líderes políticos para reflexionar sobre el rumbo del planeta”, dijo en una entrevista donde dos guardaespaldas fornidos y trajeados apoyaban sus manazas en los hombros del periodista cada vez que éste mencionaba la palabra prohibida: “Chávez”. Breve, la entrevista, picadita. –Da un poco de miedo pensar que un grupo de jefes corporativos esté digitando lo que le va a pasar a la humanidad... –No, no, no es así, ni es para tanto. Lo hacemos con la idea de cómo ayudar a interactuar entre nosotros, ayudarnos mutuamente. Los pobres no compran cosas, no ven televisión, no compran diarios o revistas. Tenemos la obligación de ver cómo las clases medias llegan a ser mayoría en América latina. –Ah, discuten la revolución social... –No, no, no, no confundamos. Hoy, Cisneros vive en Miami y de Chávez, lo mismo que hace ocho años: nada. Sin lugar a dudas, los medios (esos periodistas, esos empresarios) dejaron de lado hasta su más pequeño deseo de hacer periodismo y se juegan enteros por imponer su rol político. ¿El lector? Bien, gracias. http://sur.infonews.com/notas/de-la-informacion-la-lucha-por-el-control-total http://sur.infonews.com/notas/compromiso-periodistico Compromiso periodístico Año 5. Edición número 236. Domingo 25 de noviembre de 2012 Por Pascual Serrano. Periodista contacto@miradasalsur.com Los periodistas más consagrados de todo el espectro político no han dudado en denunciar el mito de la objetividad. “En cuanto a la objetividad periodística, es tal vez la patraña más grande que me ha tocado oír acerca de nuestro oficio”, afirmó el veterano periodista italiano Indro Montanelli, un periodista al que no se le podrá acusar de antisistema. El historiador Paul Preston, que estudió el papel de los corresponsales extranjeros que informaron sobre la Guerra Civil Española en su libro Idealistas bajo las balas, afirma que “no puede existir la objetividad o ecuanimidad. No se puede tratar al asesino y al asesinado o al violador y la violada como si fuesen iguales. Cada periodista, como cada historiador, que lo sepa o no, ve las cosas a través del filtro de su sistema moral, ético e ideológico. Esto no quiere decir que no hay que intentar entender las motivaciones de todos los implicados en una situación”. “En América latina uno se mete de periodista y lo primero que hace es indignarse, la propia realidad te obliga. Si no haces periodismo de denuncia, no sé lo que estás haciendo”. Así se expresa la periodista y escritora Elena Poniatowska. Según Robert Fisk, en un mundo laboral dominado por el cinismo, el periodismo es un empleo honroso a través del que se puede cambiar la forma en la que la gente ve el mundo. Paul Preston en Idealistas bajo las balas recoge el grado de implicación que, inevitablemente, adoptaron algunos de los corresponsales que fueron a España en la Guerra Civil. La mayoría de ellos, a la hora de vivir en primera línea la lucha de un pueblo contra el fascismo y la tragedia del abandono del resto de los países que se negaron a ayudar al gobierno legítimo español, no dudaron en tomar partido. Muchas veces enfrentándose a la posición del periódico que los había enviado como corresponsales. Ernest Hemingway, Martha Gellhorn, John Dos Passos, Mijaíl Koltsov, Louis Fischer, Herbert Southworth, Henry Buckley, W. H. Auden, Arthur Koestler, Cyril Connolly, George Orwell, Kim Philby... a todos los transformó la guerra. La simpatía hacia el bando republicano español no procedía de corresponsales rusos o de publicaciones marginales de izquierda; el corresponsal estadounidense Louis Fischer afirmó que “muchos de los corresponsales extranjeros que visitaban la zona franquista acababan simpatizando con las tropas republicanas, pero prácticamente todos los innumerables periodistas y visitantes que penetraban en la España leal se transformaban en colaboradores activos de la causa. (...). Sólo un imbécil desalmado podría no haber comprendido y simpatizado con la República española”. Según señala Preston, “no se trataba sólo de describir lo que presenciaban. Muchos de ellos reflexionaban sobre las consecuencias que tendría para el resto del mundo lo que sucedía entonces en España. Se vieron empujados por la indignación a escribir en favor de la causa republicana, algunos a ejercer presión en sus respectivos países y, en unos pocos casos, a tomar las armas para defender la República”. Uno de estos últimos fue el corresponsal del New York Herald Tribune, Jim Lardner, que murió combatiendo en la batalla del Ebro. Preston deja bien claro que ese activismo no fue “en detrimento de la fidelidad y la sinceridad de su quehacer informativo. De hecho, algunos de los corresponsales más comprometidos redactaron varios de los reportajes de guerra más precisos e imperecederos”. Herbert L. Matthews, corresponsal de The New York Times, lo explicaba así: “Quienes defendimos la causa del gobierno republicano contra la de los nacionales de Franco teníamos razón. A fin de cuentas era la causa de la justicia, la moralidad y la decencia... Todos los que vivimos la Guerra Civil Española nos conmovimos y nos dejamos la piel... Siempre me pareció ver falsedad e hipocresía en quienes afirmaban ser imparciales; y locura, cuando no una estupidez rotunda, en los editores y lectores que exigían objetividad o imparcialidad a los corresponsales que escribían sobre la guerra... Al condenar la parcialidad se rechazan los únicos factores que realmente importan: la sinceridad, la comprensión y el rigor”. No era el único que anteponía sus principios. Arthur Koestler, del News Chronicle, lo presentaba de esta forma: “Cualquiera que haya vivido el infierno que fue Madrid con el corazón, los nervios, los ojos y el estómago, y luego finja ser objetivo, es un mentiroso. Si los que tienen a su disposición máquinas de imprimir y tinta de imprenta para expresar sus opiniones se mantienen neutrales y objetivos frente a semejante bestialidad, entonces Europa está perdida. En tal caso, más vale que nos sentemos y escondamos la cabeza en la arena hasta que el diablo venga a buscarnos. En tal caso, ha llegado la hora de que la civilización occidental apague las luces”. Todo ello no les impedía reivindicar por encima de todo la verdad, así la defendía Matthews: “La guerra también me enseñó que a largo plazo prevalecerá la verdad. Puede parecer que el periodismo fracasa en su labor cotidiana de suministrar material para la historia, pero la historia no fracasará mientras el periodista escriba la verdad”. Fue ese compromiso de Matthews lo que le motivó, tras leer un comunicado de las tropas franquistas anunciando que habían tomado la ciudad de Teruel, para realizar un peligroso viaje hasta allí acompañado de Robert Capa y pudo comprobar que todo era mentira. Las tropas rebeldes jamás llegaron a la ciudad, la cual nunca estuvo amenazada. El caso de la Guerra Civil Española no es excepcional. Las injusticias y los conflictos armados en los que desembocan suelen despertar la toma de posición de muchos periodistas que se encuentran viviendo la situación de cerca. El periodista que se compromete lo hace como resultado de su sensibilidad hacia la injusticia, su incapacidad de permanecer indiferente ante el dolor ajeno. El argentino Jorge Masetti lo contaba así en una carta dirigida a su mujer cuando se encontraba con Fidel Castro y los revolucionarios cubanos en Sierra Maestra a finales de 1963: “Es esta una región en que la miseria y las enfermedades alcanzan el máximo posible, lo superan. Impera una economía feudal... Quien venga aquí y no se indigne, quien venga aquí y no se alce, quien pueda ayudar de cualquier manera y no lo haga, es un canalla...”. Calificación: