Los símbolos nos conectan, nos identifican y nos unen como comunidad. En ellos reconocemos nuestras raíces, nuestra historia y el orgullo de pertenecer a un lugar. Una bandera, un escudo o una insignia no son solo imágenes: son reflejos vivos de lo que somos, de lo que compartimos y de los valores que nos representan.
En Córdoba, nuestros símbolos hablan de nuestra identidad, de la riqueza de nuestra tierra y del espíritu de nuestra gente. Respetarlos es honrar nuestra historia y celebrar el sentido de pertenencia que nos define.
Nuestra historia no comienza con la llegada de los españoles. Antes de la conquista, los pueblos originarios ya habitaban estas tierras.
Los Comechingones ocupaban las sierras del oeste y en el centro, la comunidad aborigen comechingón del Pueblo La Toma, a orillas del río Suquía. Los Sanavirones, al norte sobre una gran extensión en el bajo río Dulce incluyendo la zona de la laguna Mar Chiquita. Y al sur, en el límite con la provincia de La Pampa, los Ranqueles.
El legado de nuestros pueblos originarios es rico en patrimonio cultural. Muestra de ello es la Reserva Cultural Natural Cerro Colorado, cuyo valor arqueológico da testimonio de las culturas preexistentes.
CONSEJO INDÍGENA
En Córdoba tenemos un Consejo Indígena, integrado por representantes de más de 15 pueblos originarios, de consulta permanente en temas que involucre a las comunidades originarias.
Desde allí, se trabaja en diferentes temáticas como la reglamentación de la Ley 10.317 de Restitución de Restos Óseos Humanos ante hallazgos fortuitos y la visibilización de la existencia de los pueblos, rescatando culturas, comidas tradicionales y hierbas medicinales, entre otros.
A la llegada de los españoles en el siglo XVI, el territorio de lo que actualmente es la provincia de Córdoba estaba habitado por nuestros pueblos originarios.
Por entonces, Jerónimo Luis de Cabrera fue designado por la Corona española como gobernador de las provincias de Tucumán, Juríes y Diaguitas.
Llegó desde el virreinato del Perú a Santiago del Estero, pero en lugar de quedarse allí a cumplir con el mandato real, decidió seguir hacia
el sur con una expedición de aproximadamente 100 hombres.
Las crónicas de la época detallan que el 6 de julio de 1573, a orillas del río Suquía -hoy barrio Yapeyú- Jerónimo Luis de Cabrera desenvainó su espada, sableó las ramas de sauces, como indicaba el procedimiento y el padre Francisco Pérez, con una cruz de madera, bendijo el lugar. Así, el escribano Mayor rasgó el papel con su pluma y levantó el acta de fundación de la ciudad llamada “Córdoba de la Nueva Andalucía”. Se dice que el nombre designado, fue en homenaje al lugar de origen de la familia de la esposa del fundador, doña Luisa Martel de los Ríos.
El acta, que aún se conserva y se encuentra digitalizada, dice que “en el nombre de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, un solo Dios verdadero; y en el asiento que en la lengua originaria se llama Quisquisacate, en presencia del escribano de su Majestad,
Francisco de Torres, su secretario y testigos, se funda esta nueva ciudad, en este asiento cerca del río que los indios llaman Suquía”.
La desobediencia
Jerónimo Luis de Cabrera pagó un alto precio por desobedecer las órdenes de la Corona. Se confiscaron sus bienes, fue destituido del cargo y puesto en prisión por usurpación y traición al rey. Finalmente, lo ejecutaron con el método destinado a los peores reos. Su esposa, doña
Luisa, fue quien logró con el tiempo que el rey Felipe II devuelva los bienes, el buen nombre y el honor a su marido.
En 1607 se creó la provincia jesuita del Paraguay, cuya capital fue la ciudad de Córdoba, por lo que a partir de 1608 se comenzó a construir el primer edificio en la manzana.
Luego, se agregaron otras construcciones como el Noviciado, el Colegio Máximo, la Universidad, la Iglesia, la Capilla Doméstica y el Colegio Convictorio de Nuestra Señora de Monserrat.
Tras la expulsión de la Orden de la Compañía de Jesús, por disposición de Carlos III en
1767, los edificios de la manzana fueron asignados a los franciscanos y luego al clero
regular.
Con el tiempo dependieron del Gobierno de la provincia y más adelante, del Gobierno nacional.
Actualmente, la Manzana Jesuítica -Patrimonio de la Humanidad- está compuesta por
la Iglesia de la Compañía, la Capilla Doméstica y la Residencia de los padres; el edificio del ex Rectorado de la Universidad Nacional de Córdoba, hoy Museo Histórico UNC, y el Colegio Nacional de Monserrat.
Está emplazada en pleno centro de la ciudad de Córdoba, entre las calles Vélez Sarsfield, Duarte Quirós, Obispo Trejo y Caseros.
El antiguo Camino Real unía el Virreinato del Río de la Plata con el Alto Perú, siendo la principal vía de transporte, comercio y comunicación entre las principales ciudades.
El trayecto, que atravesaba lo que actualmente es la provincia de Córdoba, dio lugar al desarrollo de la región norteña, consolidando poblaciones a la vera del camino que a la
vez, estaba formado por un sistema de postas.
Las postas eran construcciones sencillas que brindaban servicios a los viajeros, allí se podía descansar y hacer el recambio de animales para seguir el viaje.
Estaban a cargo de un Maestro Mayor de Postas que, junto a su familia, se encargaba de proveer alojamiento, abrigo y alimentos a los visitantes.
Algunas de ellas formaban parte de grandes estancias y hasta tenían su propia capilla.
En épocas de la conquista, las expediciones españolas bajaban desde el Alto Perú fundando ciudades a lo largo del Camino Real. Mientras que, en el período de la Independencia, pasaron por allí los Ejércitos de Belgrano y San Martín.
El Camino fue testigo, también, de acontecimientos importantes de la historia como los asesinatos de los caudillos Juan Facundo Quiroga y Francisco Ramírez.
En 2010 con motivo del Bicentenario de la Revolución de Mayo pusimos en valor un tramo del antiguo Camino Real que va desde la localidad de Colonia Caroya hasta el límite con Santiago del Estero, declarándolo “Lugar Histórico”.
De esta manera se revalorizaron casonas, estancias y postas que aún se conservan, en un itinerario cultural que abarca 16 sitios históricos, de los cuales algunos se pueden visitar, con dos Centros de Interpretación ubicados estratégicamente en Colonia
Caroya y en Tulumba.
En 1599, la Orden religiosa de los Jesuitas llegó a Córdoba.
Los sacerdotes se instalaron en un solar, donado por el Ayuntamiento, donde había una pequeña capilla que pronto resultó insuficiente para albergar al clero, estudiantes y fieles.
Desde el centro de la ciudad, hoy Manzana Jesuítica -Patrimonio Cultural de la Humanidad- llevaron adelante un ambicioso proyecto educativo, productivo y evangelizador.
Pese al mandato del rey Carlos III de España, de expulsar a los jesuitas de América en 1767, su obra trascendió los siglos dándole identidad a una Córdoba atravesada por su legado.
Mirá la línea histórica de la Orden Jesuita
En el año 2000, UNESCO declaró Patrimonio Cultural de la Humanidad al complejo
arquitectónico compuesto por la Manzana y las Estancias Jesuíticas, dando valor a un conjunto de edificios históricos que le dan identidad a la ciudad de Córdoba y a la provincia, atravesada por el legado de los jesuitas.
Banda Roja
El color rojo representa la energía de nuestro pueblo y la lucha constante contra las formas de opresión a lo largo de nuestra historia local.
Simboliza la sangre derramada en las luchas emancipadoras y es emblema del federalismo.