La práctica de la concentración facilita la liberación de la conciencia, potencia el intelecto, la toma de decisiones y la capacidad de acción.

1. Seleccioná un objeto para observar que sea de tu agrado. Te aconsejamos utilizar alguno que se relacione con los elementos de la naturaleza (una flor o planta, una vela encendida, una fuente de agua, etc.)
2. Buscá un lugar tranquilo y nos sentate cómodamente, ya sea en una silla o en suelo sobre un almohadón.

EJERCICIO: 

1. Cerrá los ojos y comenzá a respirar pausadamente, focalizando la atención en el aire que ingresa y egresa de tu cuerpo.
2. Cuando surja un pensamiento, dejá que circule y se extinga lentamente.
3. Una vez que la mente y el cuerpo estén relajados, abrí los ojos y focalizate en el objeto o imagen que hayas elegido.
4. Intentá mantener la mirada lo más quieta posible y la respiración fluirá pausada sin retener el aire en ningún momento.
5. Observá el elemento seleccionado enfocándote en su imagen: sus bordes, colores, formas, texturas, volumen, si es cambiante o estático.
6. Contemplá el objeto y cada vez que un pensamiento se presente, dejalo pasar y volvé la atención a los detalles del objeto.
7. Mantené la mirada y la atención en el elemento que elegiste durante algunos minutos.