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Historia

Nuestra historia no comienza con la llegada de los españoles. Antes de la conquista, los pueblos originarios ya habitaban estas tierras.

Los Comechingones ocupaban las sierras del oeste y en el centro, la comunidad aborigen comechingón del Pueblo La Toma, a orillas del río Suquía. Los Sanavirones, al norte sobre una gran extensión en el bajo río Dulce incluyendo la zona de la laguna Mar Chiquita. Y al sur, en el límite con la provincia de La Pampa, los Ranqueles.

El legado de nuestros pueblos originarios es rico en patrimonio cultural. Muestra de ello es la Reserva Cultural Natural Cerro Colorado, cuyo valor arqueológico da testimonio de las culturas preexistentes.

CONSEJO INDÍGENA  

En Córdoba tenemos un Consejo Indígena, integrado por representantes de más de 15 pueblos originarios, de consulta permanente en temas que involucre a las comunidades originarias.

Desde allí, se trabaja en diferentes temáticas como la reglamentación de la Ley 10.317 de Restitución de Restos Óseos Humanos ante hallazgos fortuitos y la visibilización de la existencia de los pueblos, rescatando culturas, comidas tradicionales y hierbas medicinales, entre otros.

A la llegada de los españoles en el siglo XVI, el territorio de lo que actualmente es la provincia de Córdoba estaba habitado por nuestros pueblos originarios.

Por entonces, Jerónimo Luis de Cabrera fue designado por la Corona española como gobernador de las provincias de Tucumán, Juríes y Diaguitas.
Llegó desde el virreinato del Perú a Santiago del Estero, pero en lugar de quedarse allí a cumplir con el mandato real, decidió seguir hacia
el sur con una expedición de aproximadamente 100 hombres.

Las crónicas de la época detallan que el 6 de julio de 1573, a orillas del río Suquía -hoy barrio Yapeyú- Jerónimo Luis de Cabrera desenvainó su espada, sableó las ramas de sauces, como indicaba el procedimiento y el padre Francisco Pérez, con una cruz de madera, bendijo el lugar. Así, el escribano Mayor rasgó el papel con su pluma y levantó el acta de fundación de la ciudad llamada “Córdoba de la Nueva Andalucía”. Se dice que el nombre designado, fue en homenaje al lugar de origen de la familia de la esposa del fundador, doña Luisa Martel de los Ríos.

El acta, que aún se conserva y se encuentra digitalizada, dice que “en el nombre de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, un solo Dios verdadero; y en el asiento que en la lengua originaria se llama Quisquisacate, en presencia del escribano de su Majestad,
Francisco de Torres, su secretario y testigos, se funda esta nueva ciudad, en este asiento cerca del río que los indios llaman Suquía”.

La desobediencia
Jerónimo Luis de Cabrera pagó un alto precio por desobedecer las órdenes de la Corona. Se confiscaron sus bienes, fue destituido del cargo y puesto en prisión por usurpación y traición al rey. Finalmente, lo ejecutaron con el método destinado a los peores reos. Su esposa, doña
Luisa, fue quien logró con el tiempo que el rey Felipe II devuelva los bienes, el buen nombre y el honor a su marido.

Las 70 manzanas 

Con el plano de las 70 manzanas, propuesto por los primeros conquistadores, se diseñó la distribución de solares y lugares establecidos para la plaza central, la iglesia mayor, el cabildo y las casas de los principales vecinos que aún se conservan alrededor de la Plaza San Martín.

Con el correr de los años, Córdoba se convirtió en una de las ciudades más importantes de Latinoamérica, por su ubicación geográfica, por su universidad, por el desarrollo industrial y económico, por su patrimonio cultural y por su gente.

El linaje de los pueblos originarios, de los afros y españoles corre por la sangre de muchos cordobeses y cordobesas, por descendencia o mestizaje; sumado a las olas de inmigrantes que le imprimieron a la ciudad la fisonomía actual que la define.

Plano de las 70 manzanas – 1577


Plano – Fuerte de la Fundación – 1573

En 1607 se creó la provincia jesuita del Paraguay, cuya capital fue la ciudad de Córdoba, por lo que a partir de 1608 se comenzó a construir el primer edificio en la manzana.
Luego, se agregaron otras construcciones como el Noviciado, el Colegio Máximo, la Universidad, la Iglesia, la Capilla Doméstica y el Colegio Convictorio de Nuestra Señora de Monserrat.

Tras la expulsión de la Orden de la Compañía de Jesús, por disposición de Carlos III en
1767, los edificios de la manzana fueron asignados a los franciscanos y luego al clero
regular.

Con el tiempo dependieron del Gobierno de la provincia y más adelante, del Gobierno nacional.
Actualmente, la Manzana Jesuítica -Patrimonio de la Humanidad- está compuesta por
la Iglesia de la Compañía, la Capilla Doméstica y la Residencia de los padres; el edificio del ex Rectorado de la Universidad Nacional de Córdoba, hoy Museo Histórico UNC, y el Colegio Nacional de Monserrat.
Está emplazada en pleno centro de la ciudad de Córdoba, entre las calles Vélez Sarsfield, Duarte Quirós, Obispo Trejo y Caseros.




EL CAMINO REAL Y POSTAS El antiguo Camino Real unía el Virreinato del Río de la Plata con el Alto Perú, siendo la principal vía de transporte, comercio y comunicación entre las principales ciudades. El trayecto, que atravesaba lo que actualmente es la provincia de Córdoba, dio lugar al desarrollo de la región norteña, consolidando poblaciones a la vera del camino que a la vez, estaba formado por un sistema de postas. Las postas eran construcciones sencillas que brindaban servicios a los viajeros, allí se podía descansar y hacer el recambio de animales para seguir el viaje. Estaban a cargo de un Maestro Mayor de Postas que, junto a su familia, se encargaba de proveer alojamiento, abrigo y alimentos a los visitantes. Algunas de ellas formaban parte de grandes estancias y hasta tenían su propia capilla. En épocas de la conquista, las expediciones españolas bajaban desde el Alto Perú fundando ciudades a lo largo del Camino Real. Mientras que, en el período de la Independencia, pasaron por allí los Ejércitos de Belgrano y San Martín. El Camino fue testigo, también, de acontecimientos importantes de la historia como los asesinatos de los caudillos Juan Facundo Quiroga y Francisco Ramírez. En 2010 con motivo del Bicentenario de la Revolución de Mayo pusimos en valor un tramo del antiguo Camino Real que va desde la localidad de Colonia Caroya hasta el límite con Santiago del Estero, declarándolo “Lugar Histórico”. De esta manera se revalorizaron casonas, estancias y postas que aún se conservan, en un itinerario cultural que abarca 16 sitios históricos, de los cuales algunos se pueden visitar, con dos Centros de Interpretación ubicados estratégicamente en Colonia Caroya y en Tulumba.

En 1599, la Orden religiosa de los Jesuitas llegó a Córdoba.
Los sacerdotes se instalaron en un solar, donado por el Ayuntamiento, donde había una pequeña capilla que pronto resultó insuficiente para albergar al clero, estudiantes y fieles.

Desde el centro de la ciudad, hoy Manzana Jesuítica -Patrimonio Cultural de la Humanidad- llevaron adelante un ambicioso proyecto educativo, productivo y evangelizador.

Pese al mandato del rey Carlos III de España, de expulsar a los jesuitas de América en 1767, su obra trascendió los siglos dándole identidad a una Córdoba atravesada por su legado.

Mirá la línea histórica de la Orden Jesuita 

En el año 2000, UNESCO declaró Patrimonio Cultural de la Humanidad al complejo
arquitectónico compuesto por la Manzana y las Estancias Jesuíticas, dando valor a un conjunto de edificios históricos que le dan identidad a la ciudad de Córdoba y a la provincia, atravesada por el legado de los jesuitas.

ESTANCIA JESUÍTICA CAROYA
La Estancia Jesuítica Caroya se encuentra en la localidad de Colonia Caroya, a 50 km al norte de la ciudad de Córdoba. Fue el primer establecimiento rural organizado por la Compañía de Jesús, en 1616.
En 1661 fue adquirido por el presbítero Ignacio Duarte Quirós, fundador del Colegio Monserrat, que lo donó para uso de los internos del colegio como residencia en vacaciones.

Entre 1814 y 1816 la Estancia se convirtió en la primera fábrica de armas para abastecer al Ejército durante las guerras de la Independencia.
En 1854 se convirtió en propiedad del Estado y en 1878 fue residencia del primer contingente de inmigrantes friulanos que se instalaron en Colonia Caroya.
La casa está organizada alrededor de un gran patio, con claustros, perchel, restos del molino, zanjas, áreas dedicadas a la quinta y la sencilla capilla.
La Estancia es Monumento Histórico Nacional, Provincial y Patrimonio Cultural de la Humanidad.

ESTANCIA DE JESÚS MARIA
Ubicada en la localidad de Jesús María, a poco más de 50 kilómetros de la ciudad de Córdoba se encuentra la Estancia que fuera el segundo núcleo productivo organizado
por los jesuitas.
Construida a partir de 1618, fue conocida por la producción de vino que alcanzó un alto nivel de desarrollo y calidad, convirtiéndose con el tiempo en una característica de
la zona.

La Estancia está compuesta por la iglesia, la residencia y restos de la bodega; el antiguo molino y el perchel. Las construcciones destinadas a las habitaciones de los aborígenes
y esclavizados se han perdido, pero se conserva el gran parque que la rodea.

El complejo es Monumento Histórico Nacional y Patrimonio Mundial. Actualmente, funciona allí el Museo Jesuítico Nacional que propone un recorrido por la historia de la antigua estancia y cuenta con una importante colección de pinturas, imágenes y
objetos de los siglos XVII y XVIII.

ESTANCIA SANTA CATALINA
La Estancia Santa Catalina se encuentra en una zona rural, a 80 kilómetros al norte de la ciudad de Córdoba, cerca de Ascochinga.
Fue el centro de la producción agrícola de la Orden de la Compañía de Jesús, con miles de cabezas de ganado. Contaba además con producción en telares, herrería y carpintería;
dos molinos y tuberías de agua subterránea procedentes de Ongamira.

Su monumental iglesia y la imponente fachada barroca la distinguen de las demás estancias. Al lado del templo, se encontraba el pequeño cementerio precedido por un
portal y separados del cuerpo principal, el noviciado, el campamento, la hidráulica y restos de los hornos.

El complejo también es Monumento Histórico Nacional y Patrimonio Cultural de la Humanidad.

ESTANCIA DE ALTA GRACIA
A 40 kilómetros al sur de la ciudad de Córdoba, se encuentra la Estancia Jesuítica Alta Gracia, organizada por los jesuitas desde 1643.
El conjunto arquitectónico se completa con la imponente iglesia y la casa construida sobre una planta en L, con acceso al patio principal y elegante escalera central, obrajes en el patio trasero, ruinas del molino y el antiguo horno. Las rancherías, corrales y las
fincas de alrededor se perdieron con el tiempo.

La Iglesia jesuita es actualmente la Iglesia parroquial de la ciudad y la residencia alberga el Museo Nacional Estancia Jesuítica Alta Gracia-Casa del Virrey, que cuenta con una gran colección de objetos de los siglos XVII, XVIII y XIX, exposiciones temporales y un amplio programa anual de actividades culturales como conciertos, conferencias y cursos, entre otros.

ESTANCIA LA CANDELARIA
La Estancia La Candelaria está situada a 120 kilómetros de la ciudad de Córdoba, en la zona media de la montaña al norte de las Sierras Grandes, en el departamento Cruz del Eje.
Es la más alejada del centro neurálgico, de los jesuitas, en Córdoba.

Fue organizada y consolidada por la Compañía de Jesús tomando posesión de ella en 1683. Constituyó un ejemplo de asentamiento rural serrano, productor de ganado para tránsito de mercancías con el Alto Perú.

El complejo comprende la capilla, la residencia del padre y las ruinas de las rancherías; el molino y los restos del sistema hidráulico.

La Estancia permite el desarrollo de un programa de turismo patrimonial y rural vinculado a la montaña y la naturaleza, basado en diversas actividades posibles a realizar en la región.
También es Patrimonio Cultural de la Humanidad.

EL CAMINO REAL Y POSTAS

El antiguo Camino Real unía el Virreinato del Río de la Plata con el Alto Perú, siendo la principal vía de transporte, comercio y comunicación entre las principales ciudades.

El trayecto, que atravesaba lo que actualmente es la provincia de Córdoba, dio lugar al desarrollo de la región norteña, consolidando poblaciones a la vera del camino que a la
vez, estaba formado por un sistema de postas.

Las postas eran construcciones sencillas que brindaban servicios a los viajeros, allí se podía descansar y hacer el recambio de animales para seguir el viaje.

Estaban a cargo de un Maestro Mayor de Postas que, junto a su familia, se encargaba de proveer alojamiento, abrigo y alimentos a los visitantes.
Algunas de ellas formaban parte de grandes estancias y hasta tenían su propia capilla.

En épocas de la conquista, las expediciones españolas bajaban desde el Alto Perú fundando ciudades a lo largo del Camino Real. Mientras que, en el período de la Independencia, pasaron por allí los Ejércitos de Belgrano y San Martín.

El Camino fue testigo, también, de acontecimientos importantes de la historia como los asesinatos de los caudillos Juan Facundo Quiroga y Francisco Ramírez.
En 2010 con motivo del Bicentenario de la Revolución de Mayo pusimos en valor un tramo del antiguo Camino Real que va desde la localidad de Colonia Caroya hasta el límite con Santiago del Estero, declarándolo “Lugar Histórico”.

De esta manera se revalorizaron casonas, estancias y postas que aún se conservan, en un itinerario cultural que abarca 16 sitios históricos, de los cuales algunos se pueden visitar, con dos Centros de Interpretación ubicados estratégicamente en Colonia
Caroya y en Tulumba.

A la llegada de los españoles en el siglo XVI, el territorio de lo que actualmente es la provincia de Córdoba estaba habitado por nuestros pueblos originarios.

Por entonces, Jerónimo Luis de Cabrera fue designado por la Corona española como gobernador de las provincias de Tucumán, Juríes y Diaguitas.
Llegó desde el virreinato del Perú a Santiago del Estero, pero en lugar de quedarse allí a cumplir con el mandato real, decidió seguir hacia
el sur con una expedición de aproximadamente 100 hombres.

Las crónicas de la época detallan que el 6 de julio de 1573, a orillas del río Suquía -hoy barrio Yapeyú- Jerónimo Luis de Cabrera desenvainó su espada, sableó las ramas de sauces, como indicaba el procedimiento y el padre Francisco Pérez, con una cruz de madera, bendijo el lugar. Así, el escribano Mayor rasgó el papel con su pluma y levantó el acta de fundación de la ciudad llamada “Córdoba de la Nueva Andalucía”. Se dice que el nombre designado, fue en homenaje al lugar de origen de la familia de la esposa del fundador, doña Luisa Martel de los Ríos.

El acta, que aún se conserva y se encuentra digitalizada, dice que “en el nombre de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, un solo Dios verdadero; y en el asiento que en la lengua originaria se llama Quisquisacate, en presencia del escribano de su Majestad,
Francisco de Torres, su secretario y testigos, se funda esta nueva ciudad, en este asiento cerca del río que los indios llaman Suquía”.

La desobediencia
Jerónimo Luis de Cabrera pagó un alto precio por desobedecer las órdenes de la Corona. Se confiscaron sus bienes, fue destituido del cargo y puesto en prisión por usurpación y traición al rey. Finalmente, lo ejecutaron con el método destinado a los peores reos. Su esposa, doña
Luisa, fue quien logró con el tiempo que el rey Felipe II devuelva los bienes, el buen nombre y el honor a su marido.

Las 70 manzanas 

Con el plano de las 70 manzanas, propuesto por los primeros conquistadores, se diseñó la distribución de solares y lugares establecidos para la plaza central, la iglesia mayor, el cabildo y las casas de los principales vecinos que aún se conservan alrededor de la Plaza San Martín.

Con el correr de los años, Córdoba se convirtió en una de las ciudades más importantes de Latinoamérica, por su ubicación geográfica, por su universidad, por el desarrollo industrial y económico, por su patrimonio cultural y por su gente.

El linaje de los pueblos originarios, de los afros y españoles corre por la sangre de muchos cordobeses y cordobesas, por descendencia o mestizaje; sumado a las olas de inmigrantes que le imprimieron a la ciudad la fisonomía actual que la define.

Plano de las 70 manzanas – 1577


Plano – Fuerte de la Fundación – 1573

En 1599, la Orden religiosa de los Jesuitas llegó a Córdoba.
Los sacerdotes se instalaron en un solar, donado por el Ayuntamiento, donde había una pequeña capilla que pronto resultó insuficiente para albergar al clero, estudiantes y fieles.

Desde el centro de la ciudad, hoy Manzana Jesuítica -Patrimonio Cultural de la Humanidad- llevaron adelante un ambicioso proyecto educativo, productivo y evangelizador.

Pese al mandato del rey Carlos III de España, de expulsar a los jesuitas de América en 1767, su obra trascendió los siglos dándole identidad a una Córdoba atravesada por su legado.

Mirá la línea histórica de la Orden Jesuita 

En el año 2000, UNESCO declaró Patrimonio Cultural de la Humanidad al complejo
arquitectónico compuesto por la Manzana y las Estancias Jesuíticas, dando valor a un conjunto de edificios históricos que le dan identidad a la ciudad de Córdoba y a la provincia, atravesada por el legado de los jesuitas.

En 1607 se creó la provincia jesuita del Paraguay, cuya capital fue la ciudad de Córdoba, por lo que a partir de 1608 se comenzó a construir el primer edificio en la manzana.
Luego, se agregaron otras construcciones como el Noviciado, el Colegio Máximo, la Universidad, la Iglesia, la Capilla Doméstica y el Colegio Convictorio de Nuestra Señora de Monserrat.

Tras la expulsión de la Orden de la Compañía de Jesús, por disposición de Carlos III en
1767, los edificios de la manzana fueron asignados a los franciscanos y luego al clero
regular.

Con el tiempo dependieron del Gobierno de la provincia y más adelante, del Gobierno nacional.
Actualmente, la Manzana Jesuítica -Patrimonio de la Humanidad- está compuesta por
la Iglesia de la Compañía, la Capilla Doméstica y la Residencia de los padres; el edificio del ex Rectorado de la Universidad Nacional de Córdoba, hoy Museo Histórico UNC, y el Colegio Nacional de Monserrat.
Está emplazada en pleno centro de la ciudad de Córdoba, entre las calles Vélez Sarsfield, Duarte Quirós, Obispo Trejo y Caseros.




ESTANCIA JESUÍTICA CAROYA
La Estancia Jesuítica Caroya se encuentra en la localidad de Colonia Caroya, a 50 km al norte de la ciudad de Córdoba. Fue el primer establecimiento rural organizado por la Compañía de Jesús, en 1616.
En 1661 fue adquirido por el presbítero Ignacio Duarte Quirós, fundador del Colegio Monserrat, que lo donó para uso de los internos del colegio como residencia en vacaciones.

Entre 1814 y 1816 la Estancia se convirtió en la primera fábrica de armas para abastecer al Ejército durante las guerras de la Independencia.
En 1854 se convirtió en propiedad del Estado y en 1878 fue residencia del primer contingente de inmigrantes friulanos que se instalaron en Colonia Caroya.
La casa está organizada alrededor de un gran patio, con claustros, perchel, restos del molino, zanjas, áreas dedicadas a la quinta y la sencilla capilla.
La Estancia es Monumento Histórico Nacional, Provincial y Patrimonio Cultural de la Humanidad.

ESTANCIA DE JESÚS MARIA
Ubicada en la localidad de Jesús María, a poco más de 50 kilómetros de la ciudad de Córdoba se encuentra la Estancia que fuera el segundo núcleo productivo organizado
por los jesuitas.
Construida a partir de 1618, fue conocida por la producción de vino que alcanzó un alto nivel de desarrollo y calidad, convirtiéndose con el tiempo en una característica de
la zona.

La Estancia está compuesta por la iglesia, la residencia y restos de la bodega; el antiguo molino y el perchel. Las construcciones destinadas a las habitaciones de los aborígenes
y esclavizados se han perdido, pero se conserva el gran parque que la rodea.

El complejo es Monumento Histórico Nacional y Patrimonio Mundial. Actualmente, funciona allí el Museo Jesuítico Nacional que propone un recorrido por la historia de la antigua estancia y cuenta con una importante colección de pinturas, imágenes y
objetos de los siglos XVII y XVIII.

ESTANCIA SANTA CATALINA
La Estancia Santa Catalina se encuentra en una zona rural, a 80 kilómetros al norte de la ciudad de Córdoba, cerca de Ascochinga.
Fue el centro de la producción agrícola de la Orden de la Compañía de Jesús, con miles de cabezas de ganado. Contaba además con producción en telares, herrería y carpintería;
dos molinos y tuberías de agua subterránea procedentes de Ongamira.

Su monumental iglesia y la imponente fachada barroca la distinguen de las demás estancias. Al lado del templo, se encontraba el pequeño cementerio precedido por un
portal y separados del cuerpo principal, el noviciado, el campamento, la hidráulica y restos de los hornos.

El complejo también es Monumento Histórico Nacional y Patrimonio Cultural de la Humanidad.

ESTANCIA DE ALTA GRACIA
A 40 kilómetros al sur de la ciudad de Córdoba, se encuentra la Estancia Jesuítica Alta Gracia, organizada por los jesuitas desde 1643.
El conjunto arquitectónico se completa con la imponente iglesia y la casa construida sobre una planta en L, con acceso al patio principal y elegante escalera central, obrajes en el patio trasero, ruinas del molino y el antiguo horno. Las rancherías, corrales y las
fincas de alrededor se perdieron con el tiempo.

La Iglesia jesuita es actualmente la Iglesia parroquial de la ciudad y la residencia alberga el Museo Nacional Estancia Jesuítica Alta Gracia-Casa del Virrey, que cuenta con una gran colección de objetos de los siglos XVII, XVIII y XIX, exposiciones temporales y un amplio programa anual de actividades culturales como conciertos, conferencias y cursos, entre otros.

ESTANCIA LA CANDELARIA
La Estancia La Candelaria está situada a 120 kilómetros de la ciudad de Córdoba, en la zona media de la montaña al norte de las Sierras Grandes, en el departamento Cruz del Eje.
Es la más alejada del centro neurálgico, de los jesuitas, en Córdoba.

Fue organizada y consolidada por la Compañía de Jesús tomando posesión de ella en 1683. Constituyó un ejemplo de asentamiento rural serrano, productor de ganado para tránsito de mercancías con el Alto Perú.

El complejo comprende la capilla, la residencia del padre y las ruinas de las rancherías; el molino y los restos del sistema hidráulico.

La Estancia permite el desarrollo de un programa de turismo patrimonial y rural vinculado a la montaña y la naturaleza, basado en diversas actividades posibles a realizar en la región.
También es Patrimonio Cultural de la Humanidad.

CAPILLA HISTÓRICA DE PILAR
La Capilla Nuestra Señora del Pilar es Monumento Histórico Nacional y Provincial. Construida en la primera mitad del siglo XVIII, fue testigo de numerosos acontecimientos vinculados a las guerras de la Independencia y a las luchas civiles entre unitarios y federales.

Además, en épocas de la colonia, la Capilla Histórica funcionó como posta, a la vera del Camino Real cerca del cauce del río Xanaes (Segundo) en la localidad de Pilar.

Allí, el 10 de septiembre de 1819, el General Manuel Belgrano hizo entrega del mando del Ejército del Norte a Francisco Fernández de la Cruz, y nombró como Jefe de Estado Mayor a Juan Bautista Bustos, antes de dirigirse a Tucumán para recuperarse de un problema de salud.
Se encuentra a 50 kilómetros de la ciudad de Córdoba y a un kilómetro de la Ruta 9 Sur, en la localidad de Pilar.


BARRANCA YACO

En un recodo del antiguo Camino Real, a nueve kilómetros de Sinsacate, se encuentra el paraje de Barranca Yaco.
Allí se levantan 9 cruces y un imponente monumento en homenaje al Brigadier General Juan Facundo Quiroga.

Allí, el 16 de febrero de 1835, el caudillo riojano fue ultimado por una partida a cargo de Santos Pérez, bajo las órdenes de los hermanos Reynafé.

Facundo Quiroga venía de una misión del norte. En cada posta fue advertido de la emboscada; sin embargo, siguió viaje hasta que en el agreste paraje recibió un disparo en el ojo que acabó con su vida.

El trágico episodio quedó grabado en la memoria del pueblo dando lugar al mito que envuelve a Facundo. Con el paso del tiempo, los lugareños narraban que cada 16 de febrero se
escuchaban los disparos y el llanto del niño postillón, que en 1835, guiaba la comitiva.